La polémica generada por la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia va adquiriendo perfiles de test para el Gobierno. Fue una decisión arbitraria del ministro de Cultura cuyo titular, Ernest Urtasun, ha tratado de justificar envolviéndose en la bandera de la modernidad y el supuesto rechazo mayoritario de los españoles a las corridas de toros. Se apropia de un concepto -la modernidad- que, por contraste, pretende asentar en el solar de los retrógrados a quienes defienden la Fiesta como patrimonio cultural.
Ver noticia completa →